miércoles, 1 de febrero de 2012
3ª Entrada
Parecía como si la vida me sonreía, cada paso que daba
parecía un paso más hacia la ciudad, nerviosa aún por la alegría me temblaban
las manos, pero también gracias a ello estaba más simpática de lo normal, cada
persona que veía le saludaba con una sonrisa y un movimiento suave de muñeca.
Al llegar al instituto entré por la puerta grande, saludé a las secretarias,
luego pasé otra puerta y llegué a la entrada principal, por lo tanto, vi a
todas mis amigas, corrí hacia ellas más rápido que en clase de Educación
Física. Al acercarme a mi mejor amiga, Sara, le abracé y le dije gritando para
que las demás me oyeran:- mi sueño…. Se…. ¡se va a cumplir!-: dije ilusionada,
algo nerviosa con el latido del corazón acelerado, todas parecían alegrarse por
mí, eso me hacía sentir más querida aún. Parecía que la vida me sonreía más que
nunca, mi vida siempre ha sido casi perfecta, pero ahora, ahora estaba ya
perfecto. Tenía a la amistad, magníficas notas, una gran personalidad y físico.
Tenía todo menos amor, pero tampoco lo echaba en falta. Sonó el timbre para
entrar a clase, todas juntas subimos las escaleras, al entrar a clase nos
sentamos en nuestros sitios, miré por la ventana, aunque hacía un día nublado
como dije antes, me sentía como un domingo soleado. La verdad es que no podía
atender a los profesores, según transcurrían las clases más nerviosa me ponía.
Quería que fuera domingo y llegar a la ciudad, pero tenía algo de intriga en
saber con quién viviría y cuál sería su edad pero todas esas dudas se
resolverían el domingo, en la ciudad. Cuando terminaron todas las clases,
sonreí a mis amigas y me dijeron de quedar mañana, acepté encantada siempre y
cuando fuera en el centro comercial del pueblo, ellas aceptaron ya que no nos
íbamos a ver en mucho tiempo. Salí del colegio, y fui caminando hacia mi casa,
me encontré un gatito muy pequeñito y bastante bonito, me agaché para
acariciarlo, pasé mi mano por su lomo, este cerraba los ojos y se estiraba, me
hacía gracia como se movía. Sus ojos eran de un color animado, era como un
granate llamativo, la verdad es que nunca había visto nada igual, y me llamó la
atención. Después pasó un hombre con su perro y el gatito salió huyendo, me
levanté mientras le miraba. Luego comencé a caminar de nuevo hacia mi casa más
alegre que una rosa.
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